Archipiélago del Océano Pacífico descubierto accidentalmente en 1535 por el arzobispo de Panamá, el español Fray Tomás de Berlanga, cuando su barco se desvió de su destino hacia Perú, las Galápagos contienen una combinación única de ecosistemas terrestres y oceánicos que se ha mantenido casi intacta desde hace siglos.
El archipiélago se encuentra a unos 1.000 kilómetros al oeste de las costas de Ecuador, en una zona donde confluyen diferentes corrientes oceánicas y cuyos fondos marinos están repletos de flora y fauna. Esta biodiversidad le ha valido a las Islas el sobrenombre de Islas Encantadas y, gracias a sus excepcionales condiciones ambientales junto con el aislamiento geográfico, han permitido el desarrollo de exóticas especies de animales como la iguana de tierra, la tortuga gigante y los pinzones, antepasados de los gorriones.
No es de extrañar, pues, que fuese aquí uno de los puntos donde Charles Darwin recaló durante el desarrollo de sus investigaciones previas a la elaboración de sus teorías sobre el origen de las especies, removiendo los preceptos científicos y religiosos de la época.
Este paraíso natural incluye 19 islas: 13 mayores y 6 menores, y 42 islotes. La tierra es de origen volcánico y las especies que allí habitan no sufrieron la depredación del hombre. Para orgullo del Ecuador y buscando preservar su integridad, la UNESCO declaró a Galápagos Patrimonio de la Humanidad. Por ello, una vez allí, cada visitante debe pagar cerca de 100 dólares destinados a los programas de conservación e investigación en el archipiélago.

El clima de las Islas Galápagos es subtropical con dos únicas estaciones: la de lluvias (de Junio a Diciembre) y la seca (de Enero a Mayo). Las fechas idóneas para visitar el archipiélago siempre dependerán de nuestros intereses. Por ejemplo, en el mes de Septiembre, los pingüinos están muy activos en la Isla San Bartolomé, los leones marinos se pelean buscando conquistar a las hembras en las islas centrales, y las aves se quedan cerca de sus lugares de anidamiento.
En Enero, las iguanas de mar adquieren colores brillantes, las tortugas marinas llegan a las playas para poner sus huevos y la temperatura del aire y el agua sube, condiciones idóneas para el baño en la playa o el buceo entre numerosas especies como rayas, peces-martillo, tiburones-ballena y, por supuesto, tortugas.
Galápagos cuenta con dos aeropuertos: San Cristóbal y Baltra, con vuelos diarios desde Quito o Guayaquil. En las cuatro islas habitadas la oferta hotelera es muy amplia, incluyendo toda una gama de alojamientos que van desde acogedores hoteles familiares por 25 €/noche hasta el Royal Palm Hotel, de 5 estrellas, con spa y toda clase de lujos que nos podamos imaginar. Para movernos entre las islas también existe una gran variedad de barcos y yates, para todos los bolsillos y con alta frecuencia de servicios.
Debemos recordar también que el acceso a la mayoría de los lugares en las islas está prohibido a los turistas y viajeros que no vayan acompañados por uno de los más de 320 Guías Naturalistas certificados. Lo más importante que debemos recordar al movernos por las Galápagos, es que las islas están protegidas. Hemos de mantenernos siempre en las veredas o senderos establecidos y respetar el ecosistema.
Nos daremos cuenta, nada más pisar tierra en Galápagos, que allí la vida lleva otro ritmo, mucho más lento y pausado, casi casi el mismo ritmo de las tortugas. Por ello, si necesitas una cura de estrés, no te lo pienses más. Vete a «tortuguear» unos días a las Islas Galápagos y seguro que volverás nuevo.