Poco conocemos del Tirol, salvo sus característicos atuendos y el canto popular llamado yodel (basado en agudos gorgoritos o falsetes). Sin embargo, es una región de indudable encanto e innumerables atractivos turísticos.
El otoño es la época ideal para visitar esta región alpina y ser testigos de una de las fiestas populares de mayor tradición: el descenso de los pastos, una especie de «encierros» pero de ganado no bravo.
Nuestra propuesta es la de escaparnos un fin de semana al Tirol a comienzos de otoño, cuando más de 100.000 cabezas de ganado vacuno (entre vacas lecheras y terneros), tras pasar la temporada estival en los prados de alta montaña, descienden guiados por más de 3.000 pastores hasta los valles en donde pasarán los meses invernales encerrados en establos.
El primer sábado de Octubre, se celebra el denominado Rosenkranzsamstag, el gran descenso de los pastos que constituye toda una fiesta popular. Los animales son ataviados con numerosos adornos: cencerros, campanas, flores e imaginería religiosa. Tras varias horas de esforzado y lento descenso por largos y empinados senderos, los rebaños llegan a los pueblos en donde se recibe a los pastores entre aplausos, risas, cantos y bailes, y se les obsequia con embutidos, dulces y licores para reponer fuerzas.
Cientos de turistas inundan las calles de las aldeas en esta alegre manifestación de jolgorio popular, que cada vez está atrayendo a más visitantes de otros países de la Unión Europea.
Lo ideal es alojarnos en una de las innumerables granjas tradicionales de la zona, equipadas con todas las comodidades actuales, pero sin perder un ápice del auténtico sabor rústico tirolés. Empezar un día con leche recién ordeñada, huevos frescos, mantequilla y mermelada casera, tablas de quesos de inimaginables aromas… Dejar que nuestros pequeños correteen por los prados verdes, acariciando al ganado, dándole de comer… Impagable, ¿verdad?
Numerosos operadores ofrecen en nuestro país paquetes de viajes idóneos para una pequeña escapada al Tirol, y poder así deleitarnos con sus paisajes, disfrutar de su familiar hospitalidad, saborear sus exquisitos dulces de fama internacional y, por qué no, adquirir alguna pieza de Swarovski, la exclusiva marca tirolesa de joyas y cristales tallados.
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